En el capítulo "Krusty es cancelado" en la cuarta temporada de Los Simpson, los televidentes de Springfield ven enigmáticos comerciales que anuncian la llegada de algo llamado "Gabbo". Todos están atentos e incluso Homero, el día de la presentación dice que esto le dará sentido a su vida.
Al final todos se dan cuenta que se trata de un muñeco de ventrílocuo que poco a poco desplaza al payaso Krusty, patético personaje que se aprovecha del público infantil para enriquecerse.
La idea me viene a la cabeza al pensar en la expectativa que día a día despierta el jefe de Gobierno del Distrito Federal Andrés Manuel López Obrador, que pese a todos los indicadores, no declara que aspira a la presidencia de la república.
El funcionario tabasqueño simplemente la ha hecho de "a tos", como Gabbo.
Juega con los medios, instala la agenda del día a los periodistas, habla para dar una nota inevitable en todos los noticiarios vespertinos por inútil que sea la declaración, escribe un libro para dar a conocer su proyecto de nación sin declarar que él sería quien lo encabezaría e incluso se da el lujo de anunciar una gira para promoverlo, siempre evitando decir que él es un aspirante a la presidencia.
Ha tenido la habilidad de capotear la expectativa y de conjuntarla con la posibilidad en medio de varios escándalos que le rodean. Sigue, aunque se le niegue desde varias trincheras, siendo el gallo al cual no lo han desplumado, aunque sí ha tenido varias corretizas dentro del corral político.
Como el Gabbo de Los Simpson, Andrés Manuel ha creado ese ambiente de espera, y en la espera cae la esperanza de muchos. Es mil veces parodiado por ser el rayito de esperanza, pero nadie le quita el logro de llenar varios zócalos para escucharlo, es la burla por ese tono costeño, pero nadie le quita ser el más popular de todos. Es el punto de odio, pero nadie le quita también ser el punto de amores. Como le ocurrió a Gabbo que desbancó al anquilosado Krusty de las pantallas en la serie animada.
Todos están a la expectativa aunque no se le quiera. El más mínimo de sus movimientos es registrado desde varias perspectivas y aun los medios, en pro y en contra, toman sus palabras para darles el contexto que más le convenga.
La Jornada lo ensalza, lo quiere. Crónica lo detesta, lo odia. Pero ahí está, causando esa cosquilla en la política nacional que nadie quiere ver, pero que no deja de presentarse en las encuestas.
Andrés Manuel ha conseguido lo que pocos, ser un hombre que despierta una esperanza criticada, igual expectativa causó la promesa de cambio del ahora presidente Vicente Fox. Nadie le puede quitar el mérito de prometer, nadie se la quitó a los priistas en 70 años, nadie se la quitó al ex gerente de la Coca Cola, en este sentido López Obrador tiene todo el derecho de prometer aunque esto le acarree ser tildado de populista, de regresivo. Pero qué podría pasar.
Eso de populismo está rebasado y se sabe, no hay que darle muchas vueltas, que se dice para marcarlo y compararlo estúpidamente con casos más radicales, por ejemplo, el presidente venezolano Hugo Chávez.
Pero si se recuerda, Miguel de la Madrid tuvo su populismo con sus famosos "pactos", Salinas tuvo a "Solidaridad", Fox prometió el cambio, y Zedillo ni a eso llegó.
La expectativa está basada en la figura, y la figura es la que no gusta porque desde hace más de una década enfrentó los fraudes electorales de Roberto Madrazo en Tabasco, el robo llamado Fobaproa y la acelerada intención de dar privilegios a los ricos por encima del bienestar del grueso de la población.
Es mucha la expectativa que despierta AMLO, y por los índices de popularida, molesta a quienes pueden verse desplazados.
No se trata de un ente extraordinario, es un político hábil nada mas. López Obrador la está haciendo "de a tos" porque tiene en la mente dar un paso contundente al anunciar su candidatura, pero también porque mucha gente que lo espera podría quedar dolida si con base en maniobras políticas es desplazado como se espera que pueda ocurrir por su posible desafuero.
López Obrador tiene el derecho de ser como Gabbo, una figura que despierte expectativas, es la estrategia en la que ha apostado para llegar a la presidencia aunque no lo diga y deje a todos atentos a su dedito y diciendo chistes chabacanos que algunos despierta risa y a otros ira.
sábado, 30 de octubre de 2004
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