viernes, 13 de julio de 2018

AMLO, un lleno invasor en la Calle 8


Pocas veces en Córdoba puede verse su diversidad como en un mitin de un candidato presidencial, más si lo convoca un personaje como López Obrador, más si recibe la publicidad gratuita que le dieron por negarle la Plaza 21 de Mayo.

Nunca la Calle 8 había tenido tanta gente sentada, parada y el parque había servido como una gran grada verde, era un lleno hasta las lámparas el de la tarde nublada del Día del Niño.

Los neo-revolucionarios llegaron temprano al parque V Centenario para montarse en la inmóvil locotomota Luisa, igual los fans de Andrés Manuel que hicieron de la 8 un gran público dividido por la prolongada valla que sólo sirvió de pasarela para una botarga de Amlito vestido de morado.


Al fondo del público, el souvenir morenista: gorras, playeras, plumas, sombrillas, bolsas y en el camino hecho de vallas, un paseo con banderines “Córdoba, Veracruz, Morena”, banderas de Encuetro Social y globitos blancos que algún genio empírico del marketing selló con el rostro de AMLO…

Como en “Domingo de Ramos”, entre los simpatizantes, una mujer espera en la valla y cuida unas flores que nunca llegaron al candidato presidencial, pero sí a Nahle, están tratadas con esmero, son frescas y las rodean dos listones, uno rojo y uno amarillo. Igual otra mujer levanta dos flores rojas,

En la diversidad se hallan muchos rostros marchitos, otros joviales, hombres y mujeres, blancos, morenos, muchos niños con y sin celular, gorras de todo tipo, pero en esa diversidad hay en eje, una expectación, deseos de escuchar a un candidato que ofrece esperanza y un discurso que cualquier lector mediano se sabe en su totalidad o en partes.

Al frente inquieta una lona, “Sr. Héctor Olvera. Salió de su casa el día 3” y tras ella gente no tan sonriente. Otras lonas son para Cuitláhuac y una grande que dice AML(corazón).

El paseo de vallas fue una estratagema. Finalmente llega el candidato, como estrella pop, pero por la Avenida 11, sonriente, a empujones, entre brazos que lo protegen mientras es multifotografiado.


Lo recibe al micrófono el doctor Martínez, le sigue Nahle pidiendo el voto, Ahued agradeciendo y luego Cuitláhuac, dicharachero, metiendo los golpes a nivel estatal.

El ex priista, ex perredista, ex Movimiento Ciudadano, ex candidato presidencial dos veces y hoy morenista, saludó con la rutina de siempre, que es la de todos los candidatos, mano arriba, bien extendida, abrazando el aire, sonriente y con otros gestos que caracterizan al tabasqueño.

“¡Presidente, presidente, presidente!” coreaba la masa mientras AMLO paseaba por el polémico templete invasor de la Calle 8.

“Más pasión”, “Muchas gracias”, “Les respondo que no voy a fallarles”, “No voy a traicionar al pueblo”… con esas palabras se escuchaba el grito y aplauso, “este arroz ya se coció”, se escuchó entre una sirena. Y después silencios que dejaban hablar a López Obrador.

“Se acabará la corrupción y la robadera”, aplausos, “no van a haber gasolinazos”, aplausos y gritos, “voy a ganar menos de la mitad de lo que recibe Peña y de ahí para abajo”, aplausos, gritos y la sirena.

Pocas cosas distraen a los espectadores, sólo una avioneta que detiene el discurso y a la que abuchean, tanto como cuando menciona a Peña Nieto, a los corrrruppptos, a Salinas, a la mafia del poder.

En la tarima, sonrientes, Manuel Huerta, presidente estatal del partido, el doctor Juan Martínez, aspirante a la diputación federal, Rocío Nahle y Ricardo Ahued al senado y un efusivo Cuitláhuac García que ya había pasado por la región desde la madrugada, cuando habían detenido los camiones de Morena.

LOMA, se leía en el pecho de cuatro muchachos que paseaban con sus playeras en desorden mientras un drone no dejaba de zumbar por encima de la multitud. 

Después vino un discurso de servicio, de adiós a la corrupción, “no voy a vivir en Los Pinos”, “no voy a tener guardaespaldas”, “Trump (o Troomp, como lo llama), tira aceite” y le va a vender el avión presidencial y a Peña le pide que cancele la compra de ocho helicópteros artillados, más aplausos.

Habla de Fox, le pide que ayude a Anaya y a Meade y promete que acabará con la promesa de pensión de 5 millones de pesos, que según AMLO es un “acuerdo pinchurriento”.

AMLO serio, AMLO sonriente, AMLO con su reloj rotulado para Morena, AMLO y sus zapatos negros sin bolear, AMLO se limpia el sudor dos veces, AMLO se cruza de brazos y escucha al líder estatal de su partido o a Nahle o simplemente está en su lugar y lee por ratos un papelito.

Después viene la agricultura, la nueva refinería, los adultos mayores, el trabajo, los maestros, se dice que es veracruzano, que no quiere ser como Santana, Huerta, como Salinas, Fox o Peña, quiere ser Juárez, Madero, Villa, Zapata o Ruiz Cortines. Más ovación.

Remata, ya revisando su papelito, encargando el voto para Cuitláhuac, Rocío, Ahued y el doctor Martínez y luego todos, como un grupo de rock, se ponen al frente para agradecer el respetable que aún durará un buen rato obstaculizando la Calle 8, dejando la promesa que va a regresar como presidente electo y “a ver si no me van a prestar la plaza”.


En el fin, su despedida: “amor con amor se paga”, varias vivas a Córdoba, Veracruz y México y se fue como llegó, entre empujones, celulares que buscaban una buena foto y el tumulto de fans.