viernes, 19 de noviembre de 2004

El humor político en la TV

No es lo mismo "el Peje" que el Fobaproba... 

Hacer mofa de los acontecimientos políticos hoy en día es algo común en la televisión mexicana, es tan común que es necesario recordar aquella frase que dice: calidad no es cantidad.

En contados casos son afortunados, ácidos, analíticos, críticos y duros, en otros son previsibles, tímidos, sosos, prescindibles y hasta ofensivos para la inteligencia del televidente.

Pocos personajes dentro de los medios de comunicación han tenido el tino y la agudeza para hacer una sátira política precisa, y en el mayor de los casos, se han quedado con el humor ramplón y sin contenido, que hoy en día, abunda. No siempre fue así.
Palillo, Lechuga y Salinas en promocionales de su trabajo

Es grato recordar casos como el de Jesús Martínez Palillo, Héctor Lechuga y Chucho Salinas quienes tuvieron el tacto de la crítica y sátira desde la década de los sesentas.

Serios problemas acarreó para Martínez al criticar a las autoridades capitalinas y evidenciar la veta humorística de la política.

Lechuga y Salinas, con "Cotorreando la noticia" hicieron lo suyo aunque con más mesura, pero finalmente fueron los precursores del análisis desde el punto de vista humorístico.

Lechuga mantuvo por años este proyecto en programas como "Barriendo la noticia" en compañía de Mauricio Hernández.
Enrique Cuenca, Eduardo Manzano y Héctor Suárez

En los setentas, algunos pincelazos fueron dados por Enrique Cuenca y Eduardo Manzano, Los Polivoces, parodiando a personajes públicos, incluidos un Fidel Castro, Henry Kissinger, Agustín Barrios Gómez, Jacobo Zabludowsky, Pedro Ferriz Santacruz, Rubén "el Púas" Olivares, entre otros.

El humor, sin embargo, era muy conservador. Vimos pasar por la televisión, principalmente a críticos que omitían nombres y que daban un panorama general al usar la política como recurso humorístico.

En los ochentas, Héctor Suárez con su "¿Qué nos pasa?" usó el humor con la función de llevarlo a la consciencia, pero sin la libertad necesaria.

Con la llegada de los noventa, los movimientos sociales radicados principalmente en la izquierda, dejaron grandes espacios de expresión no sólo en radio o prensa, sino también en la televisión.
Ausencio Cruz y Víctor Trujillo, este último encabezando como Brozo El Mañanero

A principio de los noventa escuchábamos críticas humorísticas, aún tímidas, en "La Caravana" de Ausencio Cruz y Víctor Trujillo.

Herencia de ello fue "El Mañanero" transmitido por Trujillo y su personaje Brozo a través de Radio Acir. Aun cuando no se vio en pantalla, Cruz siguió haciendo crítica política en escenarios teatrales.
La entrevista de Andrés Bustamante al Sub Marcos

Hacia 1994, Andrés Bustamante aprovechó a su personaje Ponchito para parodiar las noticias en el noticiario "Para Empezar" de Pedro Ferriz de Con en Stereo Rey.

El comediante fue más directo y abrió su espectro con nombres y apellidos, pese al ambiente de censura existente.

En la ya TV Azteca, un tibio proyecto, que al momento sigue siendo tibio y a veces chabacano, inició con los llamados Peluches.

Timoratos a más no poder, y haciéndole comparsa al gobierno en turno, hicieron mofa con sus personajes de la oposición, no así al presidente Ernesto Zedillo a quien no tocaron con sus muñecos. A la fecha sigue siendo un proyecto válido pero lejos de ser crítico.

Con el fin de la era priista en la presidencia la crítica se partió en dos. Por un lado la veta se enriqueció, y por el otro, se precipitó al vacío.

En la línea que ha seguido, Andrés Bustamante no tuvo empacho en hacerse de él mismo un maniquí de Vicente Fox a grado de escribir un libro sobre el presidente y la capacidad le permitió que el Subcomandante Marcos le permitiera una entrevista en plena selva Lacandona.

Víctor Trujillo se enfrentó a la crítica de admiradores y detractores cuando se salió de la "oposición" y fue a dar a las filas de Televisa con su proyecto de "El Mañanero". Pese a ello, dio duros campanazos a partir del humor con su personaje Brozo.

En "El Mañanero" se destapó el caso Bejarano y acudieron a él personajes como Andrés Manuel López Obrador, Martha Sahagún y Diego Fernández de Cevallos para dar a conocer sus opiniones. No recuerdo un gobernador que se haya negado a una entrevista con el payaso.
Los Peluches y los integrantes del programa "Planeta 3 a chaleco"

Raquel Pankowsky está en el borde de la crítica. Y gran parte de su aportación al humor político se debe más a su parecido con la esposa del presidente que por su capacidad para criticar, termina siendo jocosa su imitación de Marta Sahagún, pero no hay mucho fondo en sus diálogos.

El proyecto de Planeta 3 a chaleco hace pensar más en un grupo de juniors que usan la burla sin grandes resultados.

En el programa, los tres protagonistas, de los cuales sólo Yuriria Sierra es periodista (los otros dos titulares son Eduardo Videgaray y José Ramón San Cristóbal), se sacan de la manga los chistes, improvisan sin impactar y a falta de capacidad se apoyan en recursos gráficos sobre los entrevistados. Planeta 3 a chaleco tiene el acierto, sin embargo, de intentar parodiar en vivo a políticos sorprendidos por preguntas fuera de lugar, la mayor parte de ellas, poco creativas y de obvios resultados.

No termina por completar una buena revista de humor político o política humorística.
  
El desafortunado caso de La Parodia.

Caso desafortunado que intenta mezclar el humor con la política es La Parodia.

Se salva solamente la imitación de Germán Ortega de López Obrador, porque en el caso del actor Arath de la Torre, imita más a Andrés Bustamante en su papel del Güiri Fox, que al presidente y los demás personajes son forzados a parecerse con base en las caracterizaciones hechas por maquillaje.

Sin embargo en el contenido, no hacen algún tipo de crítica sino que se dedican a machacar clichés como el portafolios de Bejarano, las ligas, el acento costeño de López Obrador, la relación Fox-Sahagún.

De fondo no hay nada. Poca parodia, humor, crítica y sustancia. Sin embargo, vale la pena rescatar que son tiempos diferentes en los que la censura se mide a nivel empresarial y por autocensura, pero no hay ya el temor de abordar cualquier tema y decir las cosas como se piensan.

La deuda pendiente sigue siendo eliminar el temor de los actores y comediantes a las ligas evidentes que hay entre empresarios de los medios y el mundo político, lo demás es cosa de la risa.
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