Admiro el trabajo de la revista
Proceso. Sin dudas. Pero también lo cuestiono.
Por años he esperado los domingos para ir más allá de la nota, ir al análisis, revivir el antecedente, ver los restos organizados luego de que se urgó en la basura... porque así se ha hecho esa labor periodística.
Proceso ha sido, desde 1976 un referente constante en la vida del país. Pero, algunas cosas ha cambiado.
Ha tenido varios tropezones, ha tenido que tragarse sus palabras y ha sido antidemocrática en el momento menos oportuno.
Se tropezó al perder a
Carlos Marín y Froylán López Narváez, al despedir a
Francisco Ortiz Pinchetti y Francisco Ortiz Pardo, cuando ocurrió aquella desbandada en la que se fueron piezas como Gerardo Galarza, Pascal Beltrán y Carlos Puig.
Se tropezó tambien cuando comenzó a tomar como fuentes informativas otras revistas, sobretodo del corte de nota Social y cuando hay un aroma de crítica innecesaria en lo que debería ser un análisis profundo.
Julio Scherer García, fundador de la revista es

"poco conocido" por sus lectores que sólo tienen de él esa prosa informativa que brilla en sus libros. Su imagen sólo se conoce por
aquella entrevista inconcebible que le realizó al Subcomandante Marcos el 10 de marzo de 2001, y no por haber dialogado con el líder rebelde, sino porque la plática se transmitió por Televisa.
El no da entrevistas, se ha dicho hasta el cansancio y él mismo lo ha presumido. Y efectivamente, no recuerdo una entrevista con Scherer.
Sin embargo, luego de la promoción de
su entrevista-libro con Sandra Avila Beltrán (la Reina del Pacífico), Scherer aparece entrevistado en lo que parece su estudio para la
televisora estadounidense CBS.
"Reacio a ser el centro de la atención pública", dice su ex compañero de batalla
Miguel Angel Granados Chapa, pareciera que Scherer esta vez cedió, quizás al peso del medio o a su necesidad de promover su libro.
Lo que fuera, el periodista está ahí, hablando de su experiencia.