Me resulta muy interesante ver el comportamiento de los usuarios habituales de internet... el interesante se vuelve preocupante ante la infantilización del comportamiento, no de los jóvenes, sino de los adultos...
Desde hace años, comencé a ver como la internet incrementa en grados exponenciales las posibilidades de informarse... pero también de desinformarse... en esta segunda oportunidad que tienen los usuarios de la web, brincan a un grado del desinterés y de una excesiva falta de análisis y a actitudes de prepotencia causada por una autoestima innecesaria (partiendo de que están ante nadie).
He visto adultos que comienzan a tener comportamientos de este tipo, adultos que prefieren el Metroflog, pero son incapaces de compartir un análisis en un blog.
Topé con información que sustenta un poco lo que digo.
La postura de Susan Greenfield, profesora de la Universidad de Oxford y directora de la Royal Institution, una de las principales entidades científicas británicas, pone el tema en la mesa.
«Mi temor es que estas tecnologías están infantilizando el cerebro, reduciéndolo al estado propio de un niño que se siente atraído por ruidos y luces brillantes, que tiene poca capacidad de mantener la atención y vive el momento», dice Greenfield.
La experiencia particular, es que, a no ser por usarlo como herramienta de comunicación, los flogs, por ejemplo, resultan espacios para la repetición inútil, para el copypaste indiscriminado con la única intención de contactar conocidos y desconocidos a diestra y siniestra con esa absurda idea de la popularidad.
Greenfield lleva las cosas más allá, a Facebook y Twitter, yo creo que no tanto, aunque se trata de comportamientos abusivos de estos recursos.
He visto adultos y profesionales que en lugar de hacer una disertación o una reseña de una fista, basta con poner una foto y pedir firmas, hacerlo como chiste innecesario a la nada, querer compartir el chiste o anécdota en un espacio permanente sin necesidad de interactuar o mantener un diálogo inteligente.
Dice Greenfield que cree la constante exposición a estos sitios de internet podría "reprogramar" el cerebro, "toda una nueva generación podría tener problemas de concentración en el futuro de seguir con tanta exposición a los videojuegos, salas de chat y a las redes sociales". Yo no lo dudo porque es evidente, basta visitar sitios Facebook, Hi5 y Metroflogs para evidenciar egocentrismos y aislamientos.
Queda de tarea para los usuarios o padecer de las consecuencias... porque el riesgo, ahí está, basta ver entre adultos el saber qué prefieren: un blog para analizar la situación o un Metro para poner "firmen chido".
Desde hace años, comencé a ver como la internet incrementa en grados exponenciales las posibilidades de informarse... pero también de desinformarse... en esta segunda oportunidad que tienen los usuarios de la web, brincan a un grado del desinterés y de una excesiva falta de análisis y a actitudes de prepotencia causada por una autoestima innecesaria (partiendo de que están ante nadie).
He visto adultos que comienzan a tener comportamientos de este tipo, adultos que prefieren el Metroflog, pero son incapaces de compartir un análisis en un blog.
Topé con información que sustenta un poco lo que digo.
La postura de Susan Greenfield, profesora de la Universidad de Oxford y directora de la Royal Institution, una de las principales entidades científicas británicas, pone el tema en la mesa.
«Mi temor es que estas tecnologías están infantilizando el cerebro, reduciéndolo al estado propio de un niño que se siente atraído por ruidos y luces brillantes, que tiene poca capacidad de mantener la atención y vive el momento», dice Greenfield.
La experiencia particular, es que, a no ser por usarlo como herramienta de comunicación, los flogs, por ejemplo, resultan espacios para la repetición inútil, para el copypaste indiscriminado con la única intención de contactar conocidos y desconocidos a diestra y siniestra con esa absurda idea de la popularidad.
Greenfield lleva las cosas más allá, a Facebook y Twitter, yo creo que no tanto, aunque se trata de comportamientos abusivos de estos recursos.
He visto adultos y profesionales que en lugar de hacer una disertación o una reseña de una fista, basta con poner una foto y pedir firmas, hacerlo como chiste innecesario a la nada, querer compartir el chiste o anécdota en un espacio permanente sin necesidad de interactuar o mantener un diálogo inteligente.
Dice Greenfield que cree la constante exposición a estos sitios de internet podría "reprogramar" el cerebro, "toda una nueva generación podría tener problemas de concentración en el futuro de seguir con tanta exposición a los videojuegos, salas de chat y a las redes sociales". Yo no lo dudo porque es evidente, basta visitar sitios Facebook, Hi5 y Metroflogs para evidenciar egocentrismos y aislamientos.
Queda de tarea para los usuarios o padecer de las consecuencias... porque el riesgo, ahí está, basta ver entre adultos el saber qué prefieren: un blog para analizar la situación o un Metro para poner "firmen chido".