El asesinato del candidato a la gubernatura de Tamaulipas por el PRI-PVEM Rodolfo Torre Cantú es una de esas notas, que de buscarla antecedentes simplemente no los tiene.

Hoy los gobiernos no tienen margen de acción y siguen a la espera que ese imperio del delito se aplaste a sí mismo para que nuevamente exista un espacio para retomar el control de un país donde la muerte ha perdido el sentido de temor, donde las cantidades de ejecutados son más estadísticas que síntomas de un vacío de poder.
De querer forzar los antecedentes de la muerte ocurrida ayer, se tienen que buscar en 1994, cuando Luis Donaldo Colosio, otro candidato del mismo partido, este presidencial, cayó en condiciones completamente diferentes, en un marco sin la violencia galopante que se vive en 2010, pero ya en el descompuesto sistema político que pervierte al país.
Hoy, el gobierno panista está enfrentado a esa herencia priista, y los priistas reclaman como si no fueran responsables de estos actos.
Tamaulipas, que vive el drama del "crimen organizado" como muchas entidades, es una prueba enorme de que "el enemigo" de México puede tocar a las instituciones, puede alterar con algunas metralletas, el orden no de una autopista, sino de la vida del país.

Reeducar al mexicano que hoy prefiere ingresar a la delincuencia será una tarea titánica y está claro que no la realizarán ni el PRI, ni el PAN actuales.
Mientras sigan buscando cuotas de poder, hechos como los ocurridos en Tamaulipas, se podrían repetir nuevamente y el gobierno y políticos de todos los partidos, seguirán dando palos de ciego. Es decir, podríamos encontrar notas igual de grandes que esta en un futuro no tan lejano.