Si Javier Duarte de Ochoa gana las elecciones a gobernador en Veracruz no será porque sea la mejor propuesta, la más limpia y mucho menos la más honesta o digna, será porque el Partido Revolucionario Institucional mantiene control y manipulación sobre las zonas pobreas, pero, también porque desde hace meses, posicionó la "marca comercial" Duarte en todo el estado, tal como Fidel Herrera posicionó la marca "Fiel" (y como lo sigue haciendo).
Apoyados en el dispendio, la permisión, la opacidad, el marketing, el aprovechamiento de las necesidades y las lagunas legales, el PRI tiene en Duarte una marca que en Veracruz se repite tanto como la Coca Cola.
El derroche se percibe cuadra por cuadra, se observa persona por persona, se huele en cada espacio del estado. Si las marcas tienen precio, por ahora, la de Duarte, es una marca muy cotizada independientemente de los escándalos, de las propuestas y de la calidad de las promesas.
Así, vemos casas tapizadas con la publicidad de Duarte, no hay ciudad con espectaculares que no anuncien al candidato, las pantallas electrónicas públicas tienen minutos pagados para transmitir la imagen y por si fuera poco, los medios fortalecen al candidato en anuncios comerciales o notas que ya olvidaron aquella frase de "inserción pagada".
No es nuevo, Duarte es una marca existente aún antes de que el funcionario, entonces Secretario de Finanzas Javier Duarte de Ochoa fuera candidato a la diputación hace poco más de un año, cuando "algo" llamado "Casa Duarte" se anunció por todo el centro del estado sin saberse qué tipo de negociación iba a ser.
Hoy, es común ver en los mítines el "Duarte" por todos lados, en la gente que usa sus playeras (rojas o blancas) para uso común porque la economía no le alcanza para gastar en ropa, en las gorras, en las sombrillas que se distribuyen por miles, en los "duartilindros", en las sandwicheras, en los botiquines, en lápices y cuadernos, en el agua embotellada, en banderines, en el refresco Delfín, en el trasero de las modelos que contratan, incluso en lugares como el Parque 21 de Mayo de Córdoba, el malecón de Veracruz o el centro de Xalapa, donde las autoridades permitieron a ciclistas que transitaran incansablemente.
Su equivalente "JD" también ha sido aprovechada para posicionar la marca Duarte, antes de su tiempo como candidato en agrupaciones como Juntos Dando, Juventud Dinámica o Juntas Decidimos, asociaciones de las cuales este bloguero desconoce registro o fuente de financiamiento, pero que permanentemente realizan actividades donde se resalta el nombre de Javier Duarte como benefactor de "causas" sociales, sanitarias o estudiantiles que lo mismo presentan cine gratuito u organizan concursos de belleza en antros.
¿Es hora de legislar sobre la prohibición de estas medidas "populistas" que aprovechan las necesidades? ¿Es hora de aplicar sanciones contra el excesivo gasto que se ve a todas luces y que no requiere de documentos para evidenciarse? ¿Nos cuesta tanto a ciudadanos y autoridades ver que el abuso es espectacular?. ¿Es hora de reclamar al PRI por cometer estos actos y a los demás partidos y medios por callar lo evidente?
Si el PRI gana estas elecciones, no será por sus "buenas intenciones para Gobernar", tampoco lo será por la calidad de su candidato, ni por su propuesta, o su dignidad para enfrentar al mismo gobernador, sino por una excelente campaña publicitaria que costó millones y que puso a Duarte como una marca rentable, que garantiza permanencia entre la gente, sobretodo entre aquella que tiene en casa bajo ese emblema PRI-Duarte una sombrilla, una gorra, una sandwichera, un lápiz...
El error de vivir fuera del presupuesto
El caso de Gerardo Buganza es el peor ejemplo de lealtad y el mejor ejemplo de descaro. Buganza se hizo en el PAN, obtuvo cargos y altos sueldos como panista, hizo "carrera", tuvo la oportunidad de ser gobernador y le peleó a Fidel Herrera el cargo, fue su enemigo político, sin embargo, renunció al PAN, siguió los mismos pasos de Duarte poniendo una agrupación llamada Generando Bienestar (GB) y además se alió al priiista en un evidente despecho y bajo el argumento falaz de buscar la mejoría de la sociedad.
Lo más claro de todo, es que Buganza se volvió un representante de la clase política que hace daño al país, aquellos que piensan que vivir fuera del presupuesto es vivir en el error y hoy es lo que criticó por años.
Y más, con las grabaciones reveladas por Excélsior, se evidenció que fue beneficiado con la compra de 100 automóviles para patrullas...
Ese tipo de personas, son las que más daño le hacen al país, ni quién le crea aquello de que tienen un "proyecto de país"... lo que sí tiene es un "proyecto de persona" bastante claro...