domingo, 9 de julio de 2023

Porfirio, el disruptor

Sin duda, Porfirio Muñoz Ledo (1933-2023) es uno de los personajes que marcó lo que hoy es México y su aún lucha constante por acabar con un régimen de corrupción. Fue un disruptor, un hombre switch en la política mexicana.


Junto con personajes como Cuauhtémoc Cárdenas y Heberto Castillo le pusieron un rumbo a las cosas tratando de hacer evolucionar a un México que parecía que vivía en una eterna corrupción llena de abusos y represión que venían ordenadas desde décadas atrás por el Partido Revolucionario Institucional.

 

Se puede cuestionar que tanto Muñoz Ledo como Cárdenas salieron del PRI porque se les negaron oportunidades en reclamo de apertura del partido, sin embargo sus aportaciones se volvieron un ariete para la sufrida izquierda mexicana a la cual se le habían negado todo los espacios, su existencia misma.

 

La voz de Muñoz Ledo sonó más fuerte que la de Cárdenas y por lo mismo siempre quedó atrás, pero nunca perdió la autoridad para decirle a la estirpe política que mangoneaba al país todos sus pecados porque él los conocía bien, tanto en los hechos, como en sus personajes. Aunque solo alcanzó la candidatura a la Presidencia por el PARM y declinó a ella, el puesto no fue relevante en su biografía.


Tuve la oportunidad de entrevistar a Muñoz Ledo. Me le subí a su camioneta en el Aeropuerto Tajín cercano a Poza Rica antes de ir a una conferencia de prensa en 1994, en plena efervescencia electoral.

 

No de muy buena gana aceptó mi petición y me dijo muchas cosas casi todas recortadas al momento de publicarse en la primera plana de El Norte de Poza Rica, pero recuerdo una muy particular cuando en mi ingenuidad de reportero novato le pregunté qué opinaba de la muerte de Colosio.

 

Me respondió que a la muerte de Colosio hay que llamarla por su nombre "Esas 'muertes' son asesinatos, ejecuciones, venganzas entre priistas". 

 

Seguimos muy lejos de saber qué pasó con Colosio, pero la claridad y valentía que tuvo Muñoz Ledo en esos tiempos de rebelarse al status quo del prismo y adjetivar con precisión los hechos no es cosa menor.

 

En su revuelta, junto a Cárdenas, se vivían aún los tiempos de la mano dura e intimidatoria de los Gutiérrez Barrios de los Patrocinios, de los De la Vega Domínguez, de la tiranía y dictadura laboral de Fidel Velazquez.

 

Tiene mucho mérito porque estamos hablando del período 1988-1995 y México estaba muy cerca de una rebelión generalizada que solo había quedado en la luchas clandestinas y en Chiapas, pero que en silencio el régimen mataba a decenas de activistas de izquierda con un silencio muy sospechoso de la prensa en aquel entonces.

 

 

Difícil olvidar verlo en pantalla el 1 de septiembre de 1997 como el primer diputado no priista que le daba respuesta al tercer informe de gobierno de Ernesto Zedillo justo para arrancar la LVII legislatura, la primera en la cual el régimen ya no tenía mayoría.

 

Inevitable no recordar la emoción de quienes en ese entonces éramos obsesionados de la noticia a nivel nacional.

 

Con Muñoz Ledo se va una pieza fundamental de la evolución de los derechos en México, de la apertura y de las libertades y también un poco del fin de ese estirpe priista que aún tiene la desvergüenza de seguir aspirando al poder hoy en día a través del engaño ciudadano inventándose frentes cívicos.

 

Se fue Muñoz Ledo, un hombre que no se arrepintió de nada, solo de lo que no hizo, un disruptor que alzó la voz entre muchos otros mujeres y hombres que enfrentaron al poder absoluto.

 

Su vida sembró muchas semillas incómodas, pero también las que florecieron y que tienen como objetivo detener a ese sector que ha hundido al país por décadas.

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