domingo, 26 de octubre de 2008

Noticias de miedo

En esto de revisar las noticias y hacer un análisis superficial de ellas, pareciera que se atan cabos que no se quieren ver.

El pasado sábado 25, en una operación que muestra la coordinación del llamado "crimen organizado", se demostró que esa expresión no es un eufemismo para quien en otro momento se les llamó delincuentes, asesinos o narcotraficantes, sino que efectivamente, están organizados y de qué manera.

En al menos 11 ciudad de la república, consignadas con el diario El Universal, a la cual escapó Córdoba, Veracruz (Culiacán, Guasave y Los Mochis en Sinaloa; Durango, Durango; Nuevo Laredo, Tamaulipas; Coatzacoalcos, Minatitlán y Veracruz, en Veracruz; Acapulco y Zihuatanejo en Guerrero, y en Monterrey, Nuevo León), aparecieron mantas de similar hechura... y no sólo eso, sino que llevaban un mensaje en esencia idéntico. “Con todo respeto a su investidura Sr. Presidente, le pedimos que abra los ojos, que se dé cuenta la clase de personas que tiene la PFP; nosotros sabemos que usted no tiene conocimientos de los arreglos que tiene Genaro García Luna desde el sexenio de Fox, con el cártel de Sinaloa y protege a Mario Zambada, a los Valencia, al Nacho Coronel y a Joaquín El Chapo Guzmán”

En otro momento, la población estaría aterrada de una situación así, en la cual vemos una fuerza armada en franco desafío, y en muchas ocasiones, aliada con autoridades como también lo han evidenciado sectores de gobierno.

¿Por qué aterrada? Porque estamos frente a un grupo de disputa de poder emanado de una "necesidad" que tiene la población, como es, apoyo económico y adicción.

Cuando el 1 de enero de 1994 un grupo armado se levantó con el argumento de defender los derechos indígenas, la población se inquietó del desafío aquel que terminó con un dramático saldo de 17 muertos en los primeros y últimos día de la refriega en Chiapas. No hubo más muertos "directos" del enfrentamiento del Ejército Mexicano contra el llamado Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

Hoy, quien haya puesto las editorialmente llamadas "narcomantas", evidencia que ahí hay un grupo que a diferencia del EZLN tiene recursos, no sólo en coordinación, sino activos para decirle en su cara al gobierno, algo, verdad o mentira, pero algo, y que además sabe muy bien como impactar a los medios, quizás no tan sutilmente como los mensajes del Subcomandante Marcos que filtraba y publicaba sólo el diario La Jornada.

Pero, decíamos al principio, "atando cabos". Pareciera que una detención expone que de una manera, las "narcomantas" evidencian que por el momento, la actividad se realiza o por partes, o con tendencias.

En Tijuana, luego de una balacera que llevó horas que sacudió a una ciudad en psicosis, se detuvo a una cabeza "moral" del llamado cártel de los Arellano Félix: Eduardo Arellano Félix. Y es que los medios siempre han hablado de una disputa directa entre los Arellano y por ejemplo, "el Chapo".Eduardo Arellano, detenido por el Ejército

La mejor noticia seria que esto fue una coincidencia y no que, efectivamente, los "narcomensajes" encierran una verdad que apuntan a los principales encargados de la seguridad en el país.

A propósito de Tijuana

Qué difícil debe ser para la población de la ciudad fronteriza vivir en constante alerta ante una guerra desatada en toda la ciudad.

El pasado fin de semana fue el sector estudiantil el que padeció los estragos de la inseguridad.
Escena de la detención de Arellano, el pasado sábado 25 de octubre

Decenas de jóvenes dejaron de ir a la escuela por el rumor de ejecuciones, secuestros y violaciones en planteles, fundamentados en hechos reales pero aislados.

Se habla del 60% del estudiantado que faltó a clases en Rosarito, población limitante con Tijuana.

La psicosis no es un elemento deseado entre la población de una ciudad, pero es la palabra para describir lo que ocurre ahí, porque cualquier comentario o testimonio desata versiones como una que se conoció, sobre un secuestro masivo de estudiantes, a la postre versión falsa.

Lo que no es falso, son noticias como que una conductora, presa del miedo huyera de una balacera para chocar y causar la muerte de un bebé de 2 años o que, lleno de pánico, un encargado de una pizzería se aterrara ante un asalto, cometiera una imprudencia y fuera asesinado en un robo que permitió llevarse a los delincuentes 30 pesos.

Necesitamos una dictadura, me dice una estudiante de Tijuana. Y en estos términos, parece que es la voz de un sector harto e impotente en una ciudad donde sus autoridades permiten balaceras día y noche, en las vía rápidas y los suburbios y donde sus habitantes, aun los no creyentes, viven con el "Jesús" en la boca.

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