jueves, 5 de junio de 2008

Cargamento celebra su libertad de expresión

Cada festejo de la prensa a los cacareados día del reportero, día de la prensa, día de la libertad de expresión, día del editor zurdo o día del aviador informativo, a Cargamento no le queda más que sonreir y reprobar automáticamente los intentos festivos de los trabajadores de la información.

Vergüenza le debe dar a muchos reporteros, fotógrafos, editores y dueños de medios, y se la callan, de asistir a esas comilonas pagadas con dinero público, más vergüenza les debería dar aceptar regalitos durante ese día... y los otros 364 días del año, en que asisten a las conferencias de prensa y con la excusa de la cobertura se empacan desayunos, comidas, cenas y uno que otro "apoyo".

La libertad de expresión, de inicio, no es una garantía o derecho propios de la prensa o los llamados "profesionales de la información". Ahora, en tiempos de internet, es evidente (menudo conflicto tienen los gobiernos cuyos funcionarios no tienen ni siquiera una idea de lo que es un blog).

Cualquier persona con capacidad de análisis y redacción, puede hacer pública su opinión y dar trancazos informativos con dos o tres pruebas de un hecho, una fotografía excepcional o una grabación que evidencie actos de interés general.

Hoy, y antes, la libertad de expresión no ha sido un asunto de la prensa como parece ocurrir en México, y particularmente en el estado de Veracruz, estado donde por sexenios el festejo se promueve abiertamente y contados son los medios que al menos tienen un código de ética para defenderse de las comidas masivas facturadas a las autoridades.

La libertad de expresión ni siquiera se debería tomar en cuenta para un festejo, particularmente en el país donde más se encuentra amenazada la prensa.

Realmente muy amenazada.

Triste papel de reporteros y editores el asistir a cualquier evento del festejo de la Libertad de expresión donde el gobierno sabe que históricamente le puso un pie en la cabeza a la prensa.

Qué vergüenza que en la mesa las viandas viajen y los licores corran pagados por los contribuyentes que reciben una deficiente calidad de "libertad de expresión". Dinero que no es de a quien le facturan.

¿Rica la comida, qué tal la TV en la sala de regalo, el préstamo, la pintura, la próxima concesión sin tanto trámite o la borrachera fuera del festejo oficial?

Qué triste papel del trabajador de la información, porque cualquier funcionario, director, regidor, alcalde, secretario de gobierno, gobernador, diputado, senador o presidente de la república, sabe que moviendo la zanahoria irá el caballo.
Señores, ustedes allá con su politiquería, sus maniobras electorales para conservar el poder y sus intentos de gobierno, la prensa acá, con las notas, el constante pleito con la hora de cierre y los esfuerzos permanentes por enamorar cada vez al lector.

Pagadas las facturas de cientos de miles de pesos en toda la república por comidas y regalos, al día siguiente será repetitiva esa frase de altos funcionarios que indican, bien apuntado por los reporteros con sus comas y énfasis, "en mi gobierno, hay un respeto absoluto por la libertad de expresión"...